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Hemos acabado el mes de marzo y empezado abril de una forma poco habitual: con las instalaciones de Monrabal Chirivella cerradas, toda nuestra plantilla en casa y manteniendo la empresa en un estado de hibernación a la espera de que pase la fase más crítica de esta pandemia y se relajen las medidas extraordinarias que limitan los desplazamientos y la actividad económica.

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Ahora mismo, poco importa más que la salud de las personas y por eso decidimos, desde el principio de la declaración del estado de alarma, por responsabilidad, cerrar nuestras instalaciones realizando los servicios mínimos de forma remota y manteniendo el contacto con trabajadores, clientes y proveedores vía telemática.

Durante las cuatro semanas que dura el estado de alarma, el equipo de Monrabal Chirivella nos hemos propuesto dedicarlas a pensar en cómo mejorar, cómo hacer mejores productos, como facilitar el servicio a nuestros clientes y, sobre todo, cómo mejorar nuestro entorno y la vida de los que nos rodean.

En estos momentos, muchas veces difíciles, nos aferramos a la confianza en que, cuando todo esto pase, volveremos a salir a la calle, a encontraron con nuestras familias y amigos y a trabajar con más ilusión y fuerza si cabe. Pensar en ese futuro próximo, en el que hemos puesto todas nuestras esperanzas y nuestro empeño para que sea mucho mejor después de esta crisis es lo que nos da fuerza para aguantar el aislamiento y superar la incertidumbre.

Sabemos que pronto estaremos de nuevo activos y al 100 % para seguir ofreciendo a nuestros clientes productos de la mejor calidad, personalizados, fabricados con esmero y dedicación. Mientras tanto, seguimos atendiendo a través de nuestros canales habituales: teléfono, mail, chat en directo de la página web o redes sociales.

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